A finales del mes de agosto de 2016, en plenas fiestas de Tierga, conquisté a la que sería mi familia. Mis Humanos habían acudido al pueblo a disfrutar del final del verano y de los actos festivos. 

Como ya sabéis, aquello fue love mutuo a primera vista. Desde entonces, las fiestas de Tierga son una fecha especial y me encanta regresar al pueblo para disfrutarlas a tope. 

Si me dices fiestas del pueblo, ¡lo doy todo!

Y pensaréis… ¿cómo vas a disfrutar las fiestas si no hay actos para gatos? Pues es que aquí son muy considerados y la charanga y las rondas joteras llegan hasta la puerta de nuestra casa, para que todos podamos bailar a su ritmo. 

Como buena hija de peñistas siento predilección por la charanga. Sus canciones son hipnóticas y hacen que mueva mis pequeñas caderas por toda la terraza al son del qué bonita es la amapola. Ay-ay-ayyyyyy 

Con las jotas lo tengo más difícil, porque una vez intente bailar y tocar las castañuelas al mismo tiempo y casi acabamos en el veterinario de urgencia. Yoshi se reía mucho al verme tumbada en el suelo, vencida por las castañuelas que habían cobrado vida propia y se me habían enredado en la zarpita. 

Dejaos de trap y reguetón, lo que mola son las charangas.

Al caer la noche nos llegan ecos de la charanga tocando en la plaza de la iglesia y, después, de las orquestas actuando en el pabellón. Me imagino a la gente dándolo todo, despiporrada bailando, y no puedo más que sonreír. También a primera hora, con el amanecer, resuenan las canciones de la aurora y la diana floreada. ¿Por qué la llamarán floreada? ¿Acaso van regalando flores?

Solo hay una cosa que no me acaba de hacer gracia y es vuestra obsesión con los fuegos artificiales. Sorry, pero me sobran. Crean un ruido muy molesto, que nos aterroriza, aunque reconozco que si fueran silenciosos serían una belleza, porque los colores y formas son una pasada. Aún así, NO a los fuegos artificiales y requetequetenooooooo a los petardos, que hacen aflorar mis peores instintos asesinos

Ahora a esperar las fiestas del próximo año.

Lo único malo es que, cuando pasan las fiestas, se acaba el verano. Aunque tiene su lado positivo, ya que los humanos regresan a sus trabajos y, por fin, podemos hacer lo que más nos gusta: dormir con tranquilidad en los lugares más variopintos de la casa. Y comenzar a pensar en el verano y las fiestas del pueblo del próximo año. 

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