Ser el hermano pequeño y grandote tiene sus ventajas. Pensaréis que Yeska, que es una tricolor con mucho carácter, me tendría dominado, pero nada más lejos de la realidad. Aunque cuando llegué a casa, en aquel mes de junio de 2017, Yeskita me bufó a tope, enseguida me hice con el control del hogar.
Era un 14 de junio y yo tenía dos meses, pero mis grandes zarpitas ya auguraban el gatazo en el que me he convertido. Los primeros días tuve que estar en una habitación apartado de mi hermana, pero papá y mamá entraban a verme y jugar conmigo; incluso engañé a mami para que pasara las noches durmiendo junto a mí en el suelo. Sí, una putada para su espalda, tan poco flexible y tan humana, pero se lo agradezco desde entonces pasando todas las noches con ella.
La protectora Zarpa me había rescatado junto a mis tres hermanos y gracias a ellos llegue a mi hogar. Maullaba y amasaba constantemente, siempre he sabido ganarme a mi público con mis encantos. Soy inevitablemente adorable, una cualidad que combino bien con lo brutote que parezco, siempre abriendo puertas, tirando cosas y saltando encima de mi hermana.

Tengo mucha fuerza y me encanta trepar por todas partes, tanto que a veces mamá me va gritando para que no me haga daño. Pobre, lo que ella no sabe es que me apasionan los deportes de riesgo, así que la lleva clara si cree que le voy a hacer caso y dejar de hacer el mal.
Con Yeska tenemos nuestros momentos, muchas veces estamos en amor y compañía, pero ya sabéis que del amor al odio hay un paso muy pequeño y de los lametazos de cariño pasamos a los mordiscos y zarpazos en nada y menos. Pero todo desde el love, os lo prometo. A veces también me divierto encorriéndola por la casa, como es la mayor acaba harta de mi enseguida, pero yo le insisto, que hacer deporte es muy sano.
De ella he aprendido la afición por beber agua del grifo, por disfrutar de la vida en la ventana y a maullar como un loco cuando veo la latita de comida húmeda, pero no tengo el mismo afán por robar comida al descuido. Eso solo me pasa con el surimi y la mortadela y porque están deliciosos. Reconozco que me gustaría comer helados y yogur, pero no hay manera de meter la lengua antes de que mamá se de cuenta de que estoy al acecho; en eso Yeska me lleva mil años de ventaja.
Otra de mis grandes aficiones es morder todos los bordes de los aparatos tecnológicos que pillo por casa, especialmente de los móviles, la tablet y el ordenador. Soy un gatito techie, eso es así.
Mi trabajo es dormir y lo llevo a rajatabla. Duermo todas las noches en las piernas o los pies de mamá, según sea invierno o verano, todas las mañanas echo una cabezada por el salón y, después de comer, es sagrada la siesta en la cama.
Es una tarea ardua, pero me esmero mucho en ella y me fastidia que me cambien los planes si nos vamos de viaje o al veterinario. En el primer caso, odio ir en coche y, en el segundo, adoro bajar a ver a mis amigos veterinarios, siempre me dicen cosas bonitas.
A mis dos años aún es pronto para decidir qué seré de mayor, aunque mi pasión por la tecnología me lleva a pensar que será algo relacionado con lo digital. Igual me hago youtuber, sería divertido y los gatos lo petamos en internet. ¡Ya os contaré cuando lo decida!