Hello darlings!! Me llamo Rose, soy una flamante siamesa de unos siete años y comparto mi vida con el atigrado Bambú y nuestra humana Claudia. Ahora soy feliz, aunque no siempre fue así. 

Hace mucho tiempo, tanto que parece que fue en una de mis anteriores siete vidas, vivía con un humano con síndrome de Diógenes. Una pesadilla para un gato, con lo limpios y ordenados que somos nosotros!!

Una protectora, Bigotes Callejeros, me rescató y me llevó a su refugio, pero mientras veía cómo otros de mis hermanos encontraban su hogar definitivo, nadie preguntaba por mí y la soledad me fue arrinconando hasta que dejé de salir de mi pequeña cesta de mimbre. 

Por aquel entonces me llamaba Feli y estaba muy deprimida. Estuve casi un año sin salir de mi escondite. Era habitual que vinieran humanos al refugio a preguntar por nosotros, ¿pero cómo una gata tan apática y distante iba a captar su atención? A veces le contaba mis miedos a Bambú, a quien conocí en aquel lugar.

Bambú es adorable se ponga como se ponga

Un día apareció una joven distinta. Estuvo mucho rato jugando con mis compañeros, dándoles cariño, hasta llegar a mí. Creo que ella siempre quiso tener un cachorro, no una gata tan mayor como yo, pero el flechazo fue mutuo e instantáneo

Cuando le contaron mi historia no lo dudó ni un segundo. Dijo que me llevaría a su nueva casa para que viviera allí como si siempre hubiera sido mi hogar. Aunque quiso adoptar también a un cachorrito, se comprometió a ser casa de acogida temporal para Bambú. 

Nos llevó a los dos con ella, a pesar de que yo era una gata adulta y difícil y Bambú un canijo escurridizo que entonces tenía seis meses y que aún no sabía lo que era convivir con humanos. El pequeño tampoco lo había tenido fácil. Lo habían abandonado a su suerte en una colonia de gatos y, por fortuna, la protectora lo encontró.      

Llegamos a nuestra nueva casa un 16 de diciembre de 2017 y ya nunca nos iremos. Hemos tenido una paciencia infinita con Claudia que parecía no entender que pasáramos las noches jugando, saltando, corriendo por la casa y despertándola. Cómo sois los humanos con eso de dormir de noche y no en cualquier momento del día!. Llegamos a un acuerdo y, después de un tiempo, pasamos a ser macarras de día, en lugar de juerguistas de noche.  

Esta carita le puse a Claudia para que se enamorara de mí

Desde entonces disfrutamos del aplastamiento de nuestra humana en el sofá, dibujamos infinitos en sus tobillos cuando llega a casa y la despertamos haciéndole cosquillas con nuestros bigotes y a una hora decente, resistiendo a nuestro impulso de darle sustos a horas intempestivas. 

Todo el mundo sabe que los gatos somos unos buenísimos despertadores, mucho mejor que un reloj suizo!. Además, cuando las cosquillas y los saltos no son suficientes, utilizó a Bambú como arma arrojadiza. Seis kilos de gato oiga! Este chico no sabe lo que es la operación bikini, ni falta que le hace. 

A Bambú le gusta comer y la lectura

Nuestra vida, la de los tres, ha cambiado y ahora no podemos vivir los unos sin los otros.Seguro que Claudia os aconsejaría sin pensarlo que adoptéis gatos adultos, que nos deis una oportunidad porque muchas veces nos volvemos invisibles, a pesar del trabajo y el esfuerzo de las protectoras.

A vosotros, gatos adultos, os recomiendo darle una oportunidad a algún humano especial al que podáis volver loco por vosotros. No os arrepentiréis.

Share This