¡Hola! Soy Goku y esta es mi séptima vida. Ahora soy un gato persa blanco de un año y cinco meses de edad. Felino como en la primera vida, pero en las cinco siguientes he sido una paloma, bueno, un palomo en realidad, y por eso ansío volar.
Mi humana se piensa que me quiero tirar por la ventana, pero yo ya no se cómo explicarle que es un deje de mis anteriores vidas. Estoy empezando a pensar que el problema es que ella no cree en la reencarnación.
Vivo con otros cinco persas maravillosos: Urtzi, mi hermano Gordito, Suki, la abuelita Lara y la pequeña Dora, la exploradora. Mucho pelito gatuno en este hogar y, a ratos, mucha paciencia para sobrevivir entre tanto peludo.
Después de tantos años volando estoy poco acostumbrado a saltar y andar con ese estilo que tienen los felinos, por eso me suelo caer de las sillas o de la cama de la humana cuando, después de arañar su puerta con ansia viva, logro acceder a su cuarto.
No obstante, me encanta tirarme encima de los humanos para que me abracen y me den mimos, soy un mimosín en potencia, por mucho que me guste volar libre.
Mi afición me ha llevado a enseñar a Dora, la pequeña, cómo observar con atención cualquier cosa y ella ha aprendido tan rápido que se ha ganado el sobrenombre de ‘la exploradora’. Lara, mi madre, ha acabado por hacerse cargo de todos nosotros, aunque hay que reconocer que no se lo ponemos fácil.
También Urtzi es bastante cotilla, pero lo suyo es más discreto. Mientras Dora va saltando por la casa como una loca, Urtzi se sitúa en una esquina del pasillo y nos vigila. Estoy casi seguro de que en alguna de sus otras vidas ha sido Sherlock Holmes y creo que está buscando entre nosotros a su Watson.
Reconozco que somos un grupito curioso, porque Lara fue antes una aclamada peluquera y de ahí su obsesión porque la peinen y Suki ha tenido que ser relaciones públicas, porque no se puede llevar mejor con todo el mundo. Cuando alguien nuevo llega a casa la adoran de inmediato.
Una cosa nos une, además de ser familia reencarnada en persas, somos todos unos gordos con la comida. Y todos deploramos por igual el viaje en transportin hasta el veterinario.
Sin embargo, a mi hay algo que me saca de mis casillas y que mis hermanos no sufren: que me troleen con disfraces. No penséis que por ser la séptima esta es mi última vida. Estoy generando buen karma a tope para reencarnarme y vengarme con humor cuando a mi humana le comience a disfrazar de Sphynx. Prepárate. JAJAJA