Soy Pablo, vivo en Borja (Zaragoza) y soy un agente especial. Algunos días desarrollo mi labor como detective y otros intento que mi hermana Julia no se sobrepase en sus aventuras. Ella es una experta asesina, encantadora y letal. Los dos vivimos con Manchitas, la gata lapa y habladora, y compartimos nuestra casa con dos humanos, Samuel y Mar.

Los tres somos callejeros y orgullosos borjanos. Nuestra heroína es Cecilia, la abuelita rebelde que versionó el Eccehomo. 

Os voy a contar mi historia, que está plagada de etapas de superación y que me ha llevado a ser el mejor detective gatuno que podréis encontrar jamás. 

La observación a media altura es uno de mis fuertes.

Nací en este municipio y deambulaba por las calles desde joven, pero al ser naranja no soy nada discreto y me lo hicieron pasar mal. Un día, hace dos años, me quedé fascinado observando una casa del siglo XVIII y pensando en todas las historias que habrían ocurrido en su interior. 

No os quiero engañar, la verdad es que tampoco me podía mover. Un sicario casi había acabado conmigo mientras intentaba detenerlo y logré escapar en el último minuto, con las fuerzas suficientes para llegar a ese lugar. Pensé que si tenía que ver algo por última vez, esa fachada con historia merecía la pena. 

Así que allí estaba yo, casi inmóvil, intentando recuperar las fuerzas, cuando aquel humano se acercó a mí y me recogió. Le maullé y vi en él una mirada de preocupación. Mi estado era lamentable, mi pelaje naranja se había convertido casi en negro, las pulgas se habían adueñado de mi cuerpo y cojeaba debido a la pelea con el sicario gatuno. 

Hello darlings!! Me estoy camuflando con esta silla.

Qué manía tenéis los humanos de llevar a los gatos que os encontráis en la calle al veterinario. Allí acabé yo, viendo cómo me desparasitaban, me hacían pruebas y me acariciaban. No comprendía nada de lo que estaba pasando, ¡yo solo quería volver a mi trabajo cuanto antes!.

El caso es que el humano debió pensar que no sobreviviría sin mi ayuda o quizá quería contratar mis servicios, por lo que me llevó a su casa y allí conocí a Julia, la gata asesina, y a Mi Humana, Mar.

No os penséis que estaba recuperado después de la visita al veterinario. Un hueso de mi cadera se había salido de su sitio, tenía el fémur roto y estaba tan delgadito que me podríais haber confundido con una hoja de papel. De hecho, el primer regalo de mi nueva familia fue una camiseta que me realizaron con un calcetín. 

El calcetín casi era más grande que yo.

Mi trabajo y mi mala vida callejera me había dejado bastante jodido chavales, pero soy un gato peleón. Si quería volver a trabajar tenía que pasar por una operación a vida o muerte y recibí ayuda de muchos humanos, de humanos casi gatos que decidieron apoyarme en mi peor momento. 

Como resultado de esa operación tengo una patita más corta, pero aquellos meses cambiaron mi vida para mejor. He descubierto que puedo seguir con mis tareas como agente especial y, además, que me encanta dormir abrazado a Samuel y Mar, a quienes les debo que me salvaran la vida dos veces, ya que después de esa operación aún tuve que pasar por otra para que mi estómago regresara a su lugar después de haberse ido de excursión hacia la zona de los pulmones. 

Aquello fue como renacer y, en agradecimiento, desde entonces implico a mi familia en todas mis travesuras y les enseño el oficio, para poder ampliar la plantilla. Les demuestro que observando desde posiciones intermedias, aunque puedan pasar horas, siempre se obtienen resultados. 

Estoy in love de Julia desde que la conocí.

De esta forma he descubierto que Julia llegó a esta misma casa con su hermana, Leonora, a la que mataron un poco después. La atigrada Julia apareció hace tres años, en el día de San Jorge, en un descampado cuando tenía un mes. Estaba allí con su madre y su hermana, pero su madre huyó del lugar. Aún tenemos que averiguar qué pasó con ella. 

Mis Humanos recogieron a las dos pequeñas, estaban hambrientas y heladas. Eran diminutas y tenían tiña, por lo que acabaron infectando a quienes tuvieron contacto con ellas. En noviembre de ese mismo año un desalmado mató a Leonora y juro que me vengaré por ello algún día. 

Julia es bella y letal.

Con el paso del tiempo, Julia se ha especializado en camuflaje, alturas y asesinato letal de palomas. Es una gata de pocas palabras y es tan bello verla cazar que, en ocasiones, olvido que estoy de parte de la ley y decido ignorar si la veo saltarse las reglas. Está mal que le haga publicidad, pero trabaja a sueldo, por si un día necesitáis de sus servicios.

Hace apenas tres meses llegó a casa nuestra última incorporación, Manchitas, una tricolor, gata lapa, habladora y con mucho carácter. También observándola he averiguado que apareció en la plaza de España de Borja y que antes vivía con un humano al que quería mucho, pero que enfermó y no pudieron continuar su camino juntos. 

Manchitas es muy habladora y cuando quiere algo te lo hace saber.

Se encontraba en un estado lamentable, sin uñas, con diarrea, fiebre. Era un cuadro la pobre. Le tuve que decir al veterinario que lo que tenía era alergia y una vez que le dieron medicación, y la comida adecuada, ahora es una señorita de fuertes opiniones y que no sabe vivir sin nosotros. Además, le encanta ayudarme en mis investigaciones, siempre observando escondida en alguna cueva bajo las sábanas. 

Os preguntaréis cómo es posible vivir tanto gato y humano juntos en mi casa. Es bien sencillo, nos queremos y nos complementamos. Nos encanta hacer trastadas y darles un poco de vida a Samuel y Mar. Además, ya no me gusta trabajar solo, prefiero compartir la tarea con mi nueva e inseparable familia. Y cuando lleguen nuevos miembros, les enseñaré el oficio. ¡No lo dudéis!.

En otra de mis siete vidas fui astronauta. ¡Esa historia también es digna de contar!
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