Dicen que los gatos somos ágiles y nada torpes, que nos deslizamos por la vida sigilosos y carismáticos. Pero todo eso lo dicen porque no me conocieron primero a mí.

AGILIDAD GATUNA MENOS DIEZ

La agilidad no va conmigo y con este pobre, tampoco.

Vamos, que son cualidades que a mí no me tocaron en el reparto. Por lo visto no se puede tener todo. No se puede ser bella, encantadora, listísima y engatusadora profesional y, al mismo tiempo, la reina de la agilidad.  

Quedarme enganchada con mis afiladas uñas a cualquier pantalón de Mi Humana ocurre a todas horas. Que la funda del sofá me atrape y no poder huir, todos los días. 

Sin embargo, hay una cosa que sí se me da muy bien. Soy pro, nivel experta, y tengo un master en robar comida al descuido. Sí, como lo habéis leído, soy hurtadora de comida profesional. 

Además, me gusta todo y todo lo quiero. Me da igual merluza que encuentro en la cocina, que pechuga de pollo ya cocinada, atún, embutido o cualquier cosa que esté o vaya estar en el plato de Mis Humanos. 

Hay que saber colocarse cerca de la comida, pero sin llamar la atención. ¡Disimular es esencial para que el plan salga bien!.

Sigo siempre la misma táctica, unas veces me pillan y otras saboreo la victoria de robar mi ansiado alimento. ¡Ese instante es gloria pura!

Me acerco al plato en modo ninja, miro a Mis Humanos. Si me están viendo disimulo, me subo en sus piernas, me tumbo un rato y me planteo de nuevo la estrategia. Si no hay gatos siameses en la costa, paso al modo acecho y empiezo a acercar mi zarpita al plato hasta que consigo llevarme lo que quiero

A continuación sigue una huida hacia adelante, un correr con lo que sea que me haya llevado en la boca. Normalmente me pillan y acabo corriendo desde debajo de la mesa del sofá hasta la cama, donde relamo, rechupeteo y mordisqueo tanto de mi tesoro culinario como puedo hasta que me lo quitan y se acaba mi furtiva degustación. 

El placer de rechupetear la comida humana robada

El subidón de haberlo conseguido es incomparable, aunque tenga que correr por toda la casa con Mi Humana detrás gritando y haciendo gestos. Aunque se que también le hace gracia y, por eso, me perdona estas aventuras. Somos encantadores, no lo podemos evitar. 

¡Qué sería de nuestras siete vidas sin algo de riesgo!.

El baile de la victoria. Ou yeah!
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